Gremial

Desde hace más de un siglo, el 1º de mayo es un día de lucha y de celebración para les trabajadores del mundo. Todos los años ocupamos las calles para recordar a quienes nos precedieron, para reclamar por nuestros derechos laborales y sociales y para plantear la necesidad de construir una sociedad sin opresión ni explotación.

El contexto no es fácil. Asistimos a una ofensiva contra les trabajadores que se expresa de forma brutal a través de las políticas públicas de Javier Milei. Para sostener este ajuste despiadado, el gobierno aplica un plan sistemático de represión que comenzó con la institucionalización del “protocolo” antipiquetes. Desde ese momento, las agresiones a trabajadores de prensa se multiplicaron hasta alcanzar su máxima expresión el 12 de marzo en el Congreso con el tiro criminal de gendarmería contra el reportero gráfico Pablo Grillo y con las balas de goma y los gases lacrimógenos contra otros 15 trabajadores que resultaron heridos.

Este gobierno dejó otras marcas: arrasó con el salario y con las condiciones laborales de periodistas, utilizó la pauta oficial de forma discrecional, perjudicando fuertemente a los medios cooperativos y populares, y vació los medios públicos. En definitiva, vulneró de todas las formas posibles la libertad de expresión y la pluralidad de voces.

Esto no es nuevo, pero tiene un rasgo que lo distingue de otros capítulos de nuestra historia: una ferocidad inusitada que nos obliga a actuar: hoy, más que nunca, la defensa del periodismo es la defensa de sus trabajadores. Hoy más que nunca el camino es la unidad.